Te Deseo

No se lo cuentes a nadie, que cuando miro tu boca la mía se abre por reflejo.
Que queda un poco de dolor cuando muerdo mis labios al pensar la, no le cuentes a nadie.
Que ansío el roce de tus manos y anhelo que tu suspiro profundo se ahogue en mi boca en desesperación . No le cuentes a nadie.
Que solo en este rincón se propaguen nuestros deseos.

lunes

Tatuaje al corazón (siempre puede ser verano)

Trabajar un viernes por la noche para Monize ya era un hábito, le encantaba su profesión de fotógrafa, siendo extranjera el único espacio que había conseguido en los ya 5 años en Chile hasta el momento era fotografiar para una revista popular del género crítica política, de la cual un buen amigo era el director.

Su misión esa noche era cubrir el evento en un conocido bar de Santiago con motivo del aniversario de un partido político. Por momentos podía sentirse a gusto entre algunos de los asistentes más hippie, mientras en otros observaba excesiva vanidad.

Era fácil para ella interpretar con ojo crítico ;posturas actuadas, miradas falsas, y sonrisas hipócritas, la cámara la había hecho distinguir la naturalidad de todo los demás.

Ella acostumbraba a vestir con sencillez: jeans desgastados, camiseta blanca y chaqueta de cuero corta. No era en absoluto una belleza exótica, sin embargo, llenaba espacios con su actitud jovial, segura y sensual. Si aún quieres ayuda para imaginar su apariencia te contaré un poco más: tez dorada, melena castaña abundante y de pelo rizado. Caderas anchas y piernas fuertes, voluminoso escote que siempre dejaba a la vista. Soltera vitalicia, a favor de la libertad sexual y obstinada.

Enfocando su cámara iba por los pisos del gran local, casi en forma mecánica sacaba fotos a los asistentes. No veía mucho que destacar en forma particular, nada, hasta que repentina e instintivamente comenzó a acercar el zoom del lente de su cámara hacia la sonrisa de aquel hombre que en sencillez besaba una copa de vino tinto, observó sus manos moviéndose pausadas y con seguridad. La luz que busca un fotógrafo se encendió cuando él sonrió coqueto hacia un lado .Justo entonces ella debía pulsar para retratar le, pero sintió que se congeló al escuchar su risa fuerte. Torpemente trató de acercarse a él disimuladamente cuando un tumulto de gente la empujó abrupta mente hacia sus brazos.

En ese preciso momento teniéndola de la cintura, la miró dulcemente y le sonrió. Pudo ella sentir un glaciar rozando su espalda, que rápidamente pareció derretirse con el calor de su rostro al percatarse inquietamente de las manos de él sobre su cuerpo, con un corazón acelerado, con frases incoherentes y sonrisa nerviosa le pidió disculpas.
Nuevamente se iluminó todo el bar al verlo sonreír le. Todo un verano pareció estar apegada a su cuerpo. Pudo y quiso haberse quedado así unos cuantos más, pero entonces, se les acercó una mujer morena, madura, de rasgos duros y mirada profundamente amenazante, quien tomándolo de la mano, con sonrisa dominante se lo llevó hacia la barra. Alcanzó al menos a escuchar su nombre; Ella lo llamó Bruno.
Esa noche no lo vio más, supuso que la mujer lo habría ido a esconder a algún subterráneo, más no había nada que pudiera apagar la luz que encendió en su cámara, menos en su mirada.
Pudo revelar al día siguiente las fotos y se alegró al distinguirlo en algunas. Guardó una copia en su cajón del escritorio y otra en su habitación, fuera lunes o fuera viernes las miraba detenidamente y les sonreía apegándose las al pecho con todas las intenciones posibles: de abrazarlo bailando, de besarle apasionadamente, de comer su boca, colgarse de su cuello y con sus piernas abrazar sus caderas, dormirse apegada a sus costillas, caminar por la playa de su mano, de contarle los secretos de su cuerpo y de enseñarle a tocar sus rincones para complacerla,  finalmente las miraba con intención de quedarse uno, dos y hasta cinco veranos a su lado.

Cuando entregó a su jefe y amigo las fotos de la noche del evento, éste las miro y le dijo:

- Mira tú, quién lo diría , Bruno Martin, el ex presidente del partido, pensé que no iría,digo,  por las rivalidades que tiene con el actual. Y.. ¿andaba con su mujer?

- Si su mujer es una morena tosca y pesada, pues sí. Lo arrancó de mis brazos de hecho....
Él, sonriendo, le dijo con tono de advertencia:

- Cuidado Monize, que ese es un hombre de esos que podrían domesticarte, te he conocido muchos y has sido domadora de varias "especies". Pero, ¿ éste?.... Éste es un lobo, de esos que tatúan el corazón, linda!

Con esas palabras su amigo no logró más que atizar el fuego que se había encendido esa noche del evento. Se lo recordaba con malas intenciones a diario en el café de la mañana o cuando se iba a cubrir otro evento.

  -Ten cuidado muchachita….mira que justo hay luna llena, no sea que se te cruce un lobo viejo en el    camino...Caperucita.

Reía sarcástico, al escuchar el portazo que Monize daba al salir enojada de la revista.

Llegaba con ansiedad a los lugares de celebración con su cámara , miraba rostros, sonrisas y a momentos le parecía escucharlo reír. Cada noche que volvía a su departamento sin novedades, le parecía haber perdido algo valioso.

Buscaba información de él en todas las plataformas que le dijeran algo más, conoció a sus hijos, sus varias parejas y ex esposa, sus estudios… Una noche se dio cuenta que estaba dedicando demasiado tiempo y que con este iba idealizando lo cada vez más.
Determinó entonces que a la mañana siguiente debía realizar un cambio.

Entró a la oficina de su jefe sin pedir siquiera permiso y se sentó frente a él. 

   -Monize! Dios que carita!, ¿ qué te pasó ? ¿ qué comiste o TE comiste , tan malo?
Reía con perversidad y disfrutando en serio, el enojo que veía venir.

 -Leo , debes inventar algo, debo tener un encuentro con Bruno Martin . Lo antes posible. La única   forma que este calor que produce en mi … mente , disminuya, es que lo tenga entre mis piernas,   rendido ante mi, sediento.

Le dijo en tono desesperado y caprichoso.
 - A ha! el viejo lobo aún te quita el sueño niña! Que fuerte, ah?! digo... porque pudiendo tener cualquiera de esos jovencitos tan regios que te rondan constantemente, quieres irte a la cama con este. Te vas a ir a poner solita la soga al cuello gringa….
Pero...está bien, si eso hará que vuelvas a ser la que eras, haré lo que sea necesario, ahora eso sí... no digas que no te lo ad-ver-tí!

Leo, movió sus contactos y concretó con escusas una sesión de fotos, preparó con estilo el encuentro , lo conocía bien y sabía que su ego era la debilidad.
Le comentó que por ser el aniversario del partido del cual fuera el presidente por mucho tiempo, el sentido del artículo sería mostrarlo en su cabaña en la cordillera, relajado, retirado de las pistas.
   -La gente siempre quiere saber en que estas Bruno!

Le dijo con exageración antes de cortar la llamada en la que confirmaron el encuentro.

Monize  llegó con su cámara poco antes del atardecer a la cabaña, llevaba todas las indicaciones y una botella de vino para regalar le. Como había ya leído tanto de él, sabía que cepa le gustaba, así como que temas tocar, que llevar puesto para deslumbrarlo, etc.

Conversaron, rieron y claro , ella lo fotografió para el artículo. Bebieron el vino que ella sugirió probaran juntos.

Ella le había transmitido el deseo guardado por tantas noches desde el momento en que llegó y lo abrazo acercando su cuerpo al de él al saludarlo.
Se vistió estratégica mente para la ocasión con un vestido corto, ligero, color verde oscuro, un tanto ajustado en el busto lo que evidenciaba además que por las finas tiritas sobre su hombro que era lo único que se puso, dejó a sus pezones adornar la tela con tentadores relieves.
Bruno deseó su cuerpo desde el primer instante y al saludarla no pudo evitar fijar su mirada en sus grandes senos e imaginar rozar los, pero debía esperar el consentimiento. Era un caballero antes que todo instinto.
Comenzaba a ver claramente más señales, luego vino el primer beso que Monize dio a su copa , cuando mirándolo fijamente al beber jugaba con sus labios, con suaves mordiscos y sonrisas coquetas. Aguantó, muchas más delas que Monize le entregó durante la conversación. Fue dejándola encender su propio fuego. Fue paciente y jugó con maestría hasta cuando ella, sentada en el sofá subió su vestido sugerente mente dejando ver sus muslos y abrió sus piernas sutilmente para dejar ver su ropa interior rojo intenso. Mirándolo con una sonrisa espero el acercamiento. 

   - Esto es todo lo que puedo aguantar las ansias que tengo de penetrarte como nunca alguien lo ha hecho antes.
Le susurró al oído antes de morder su cuello y encontrar sus labios invadiendo su boca apasionada y desesperadamente.

Sentada en la mesa de un amplio comedor, con sus dedos enredados y desordenando su cabello cano, sentía que iba deshaciendo su boca en la de Bruno. Lo besaba con hambre, riendo, suspirando y con desesperación para retenerlo allí ese momento. Por cada noche que lo besó virtualmente lo besó.

Se quitó las sandalias y encerró la cintura de Bruno con sus piernas desnudas, mientras los besos se extendían y las caricias se intensificaban con confianza por todas las partes de sus cuerpos. Él pudo soltarse y se alejó lo suficiente como para dominar por los hombros y recostarla en la mesa. Con los dientes le quitó el calzón y pudo sentir la humedad en ellos, lo cual lo excitó y evidenció con un murmullo. La besó sobre la mesa y le sacó el vestido también, pudo ver sus senos erectos, los tocó con suave intensidad, luego los juntó con sus manos y los lamió con delicadeza, también los mordió cuando ella arqueando su espalda se los acercaba como si uvas dejara en su boca.

Bajó lentamente por su vientre hasta su cintura. Detuvo sus manos en las caderas y creyó enterrarlas en ellas, como un escultor moldea una pieza de arte. La miró con clemencia y sediento se permitió llegar con su boca hasta su fuente. Saboreó su humedad y su lengua se deleitó con la suavidad y calidez del placer que ella sentía. Provocó con esta placer profundo y con el orgullo de un maestro, la miró elevarse corriendo y llegar a lo más alto de una cima escarpada, pudo retratar en sus pupilas el rostro de ella cuando sintió el vértigo del clímax, que reflejó con una sonrisa inolvidablemente sincera, la vio inspirar profundo y luego relajarse en caída libre, quedando tan sensible que apretó sus piernas y tumbada de lado las abrazó, como un capullo de flor que se cierra al esconderse el sol.

Bruno aún no apagaba su deseo, con bencina había sido encendido luego de aquella conmovedora escena de redención. La buscó besándola en el cuello y diciéndole los secretos de su cuerpo, con caricias y sonrisa luminosa logró que se abriera nuevamente como una flor silvestre. Sin más permisos que la de su abrazo, la penetró con fuerza.

Observaba sus senos moviéndose y más fuerte la penetraba. Sintió que buceaba en tibio mar con peces de colores al sumergirse en su fuente esa tarde de verano. Navegó con el ritmo de las olas en alta mar, sintiendo como si aguas turquesas abrazaran su sexo vigoroso con distintas intensidades, haciendo así que su placer creciera casi hasta el delirio, sin pensar más que estar dentro de ella por un verano, dos y hasta cinco, entró en su cuerpo una y otra vez. Casi con rudeza la puso de espaldas a su frente y mirándola, como a una isla, la penetró con ritmo fuerte entre sus nalgas, impulsado con el ritmo de sus caderas los movimientos serpenteantes de ella, hasta sentir apagarse su cerebro, cortando la respiración para sumergirse en el mar y nadar hasta su espalda, donde sus olas rompieron en su orilla y la cubrió con su sal. Amarrado a sus caderas como para que el mar no lo llevara hacia adentro nuevamente, abrazó su vientre y dejó posadas sus mejillas en su espalda mojada. Se quedó allí, con su olor por horas. Le ordenó el cabello y la ayudó a vestirse con sonrisa y luz en sus ojos.

Domesticados por el placer se buscaron varias noches más, varias otras siguieron sus vidas saciando sus deseos sin preguntas y gozando sin respuestas.


El artículo se publicó a petición de Monize como
"Bruno Martin, un lobo que no se olvida…"