Te Deseo

No se lo cuentes a nadie, que cuando miro tu boca la mía se abre por reflejo.
Que queda un poco de dolor cuando muerdo mis labios al pensar la, no le cuentes a nadie.
Que ansío el roce de tus manos y anhelo que tu suspiro profundo se ahogue en mi boca en desesperación . No le cuentes a nadie.
Que solo en este rincón se propaguen nuestros deseos.

domingo

Escena de un crimen

Un tanto agitada por subir tantas escaleras con algunas compras y llegando ya
hacia el final del pasillo, quinto piso del edificio, lugar donde se encontraba el
departamento que rentaba hace un par de años para sus días de estadía de trabajo en la capital, quedó muda cuando tuvo claridad de la figura.
Alfredo se había enterado de que estaba en la ciudad por una amiga en común.
La sonrisa de Alfredo, que siempre había sido su debilidad, iluminó el pasillo. Se
acercó y la besó suave, ella bajó la guardia por un momento, pero luego recordó
la promesa de alejamiento, entonces retrocedió, baja que por supuesto el maestro que era Alfredo aprovechó para el ataque letal.
Cuánto sabía él de sus debilidades…
Fue simple y limpio. Le respiró fuerte al oído, tiró su cabello firme y, en tanto
ella soltó las bolsas, la besó con intensidad y la abrazó hacia él, supo por sus
gemidos que había entrado en su terreno nuevamente, traspasando todos los
códigos de moral y acuerdos de distancia.
- Puedo pasar supongo. Le dijo sonriéndole.
Fue él mismo quien abrió la puerta, reconoció el campo, muchas horas de pasión habían sido compartidas en ese departamento el otoño anterior, cuando a ella le toco ir a capacitaciones a la empresa para la que ambos trabajaban. La primera vez él llegó con más colegas, la segunda ya lo hizo solo, y se quedó toda la noche para saciar el deseo que nació en un viaje de trabajo que hicieron juntos.
Distintas e inmejorables mentiras se le ocurría para avisar a su novia que no iba a poder llegar cada noche que se quedaba con Blanca. Entonces se saciaban, o al menos eso creían, porque para ella solo crecía más el hambre cada vez que lo
probaba. Por lo mismo, y por el sufrimiento que comenzó a causarle la facilidad
con la que él podía nombrar a su novia delante de ella e irse a continuar con su
vida, comparado con lo difícil que era para ella, fue que decidió no seguir, muy a
pesar de que ella era quien más disfrutaba sus visitas. Le pidió no volver a
reunirse, le explicó con honestidad, él lo entendió o por lo menos lo había hecho
por 6 meses, hasta ese día...
- Alfredo, habíamos acordado no reunirnos más en estas circunstancias, quiero
que te vayas por favor. Le dijo con los ojos brillosos.
- Sé que no quieres que me vaya Blanca, Mayra me contó que estabas acá y no
pude evitar venir a verte, para mí no es fácil evitarte, aún cuando para ti sí parece serlo. Le dijo con ironía.
Comenzó a acercarse a ella con sus habilidades. Él era un par de años más joven que ella, pero en temas amatorios traía muchas más experiencias, por lo que sabía cómo doblegarla. La besó con soltura y confianza y ella se sintió apresada,  cuando él comenzó a desvestir la y a llevarla hacia la cama ella recordó el momento vivido la noche anterior allí mismo con otro amante.
Se había reunido finalmente con José Andrés, con quién dio rienda suelta a su pasión acumulada, tanto pospusieron aquel encuentro que las horas que duró la noche optimizaron haciéndose el amor de todas las maneras , ella aún podía sentir su olor en cada parte de su cuerpo, se imaginó que la cama no se reponía de la lucha que hubo entre dos fieras hambrientas queriendo comerse con ansias y hambre. Ni la pausada ducha de la mañana había borrado de su piel la huella de los roces y lamidos, tampoco había calmado el dolor de la invasión poderosa que tantos años esperó ser llevada a cabo entre sus piernas.
Alfredo luchaba con su camisa y ella con el recuerdo del lobo al que se había
enfrentado en el mismo terreno la noche anterior.
En su memoria aún estaban los gemidos y se excitaba al recordar el placer alcanzado cuando él magistralmente disfrutó su fuente cálida en forma pausada, hasta las piernas le tiritaban aún por haber tenido que cumplir con la exigencia de tal encuentro.
Le parecía escuchar los suspiros y las risas rebotar en las paredes. Ambos de
forma salvaje habían matado las ansias, asfixiadas con el incendio que produjo la fricción de sus cuerpos. O quizás solo murieron en esa escena los miedos y las culpas, no lo sabía en ese momento...
Alfredo ,claro, la sintió diferente, lejana , en tanto ella, lo sintió como un animal domesticado que espera la caricia de su amo, había gran desventaja con quien la elevo a lo más alto del placer.
¿Si se dejó penetrar por Alfredo? ¿Podría acaso una loba enfrentarse a un animal domesticado en lucha? Podría, claro, ya lo había hecho antes, pero no estaba de acuerdo de hacerlo en el que era su terreno para ser libre, allí donde deja sus instintos aflorar, ese espacio selva y donde no había que fingir…

Lo apartó con ambas manos y rotundamente lo mató con 4 limpios disparos
-Ya no te deseo.




Nota: Editado en Soc.Literaria Centro-Sur

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